A la vista, este insecto inspira temor e, inmediatamente, nos hace apartarnos y empezar a dar manotazos al aire instintivamente. Pero, si nos fijamos, no se trata de un insecto peligroso, es más, es una inofensiva mosca.
Estas moscas de las flores han adoptado, evolutivamente, el aspecto de otros animales mucho más peligrosos. Parecen avispas rojas o, incluso, tienen apariencia, y tamaño, de avispones. Llegan a medir unos apreciables 2 centímetros de longitud.
A este fenómeno se le denomina mimetismo batesiano, por el cual, un animal inofensivo adopta la forma, y en algunos casos, las costumbres de otros mucho más peligrosos y así despistar a los posibles depredadores, que ven en ellos un enemigo en vez de una presa.
Estas moscas presentan el tórax de color castaño, manchado de negro, y el abdomen con bandas castaño-anaranjadas, negras y amarillas. Tienen la cara amarilla con grandes ojos compuestos de color castaño que, en los machos, se unen por arriba y en las hembras están separados. La de la foto, por tanto, es una hembra.
Los ejemplares adultos se alimentan de polen y algo de néctar. Prefieren las flores de hiedra (hedera helix), no haciéndole ascos a muchas otras, aquí, sobre lantana rosa (lantana camara) de nuestro jardín. Depositan sus huevos en el suelo, sobre nidos de avispas. Las larvas descienden por ellos y se alimentan de desechos y cadáveres de avispas. A los adultos se les considera insectos polinizadores y a sus larvas, carroñeros. No son, en absoluto, animales dañinos o perjudiciales.
Son un típico representante de la familia de los Sírfidos, moscas que, normalmente imitan a otros insectos como avispas, abejorros o abejas. Tienen un vuelo espectacular, siendo capaces de permanecer inmóviles en el aire para dar giros rapidísimos y cambiar de dirección en una fracción de segundo.
(Todas las fotografías son originales de RAFAEL RODRÍGUEZ).