Una cita con la amistad

11:00 tengo una cita con Gabi y con Astrid en Utrecht. Antes solíamos vernos más temprano, así yo tenía suficiente tiempo para regresar a casa. Ahora la situación ha cambiado porque Astrid tiene una hermosa bebé de pocos meses y Gabi está embarazada de muchos meses. Tengo muchas ganas de verlas, las veo muy poco.

Las conocí precisamente en Utrecht, en la escuela de idiomas donde mi intención era aprender el holandés como lengua materna aunque pasé por allí sin mucho éxito. Yo vivo en Amersfoort, no vivo en el centro pero me encantaría, vivo en un barrio al norte de la ciudad donde pasan autobuses cada 15 minutos. Claro que siempre puedo transportarme en bicicleta pero con el frío y a veces el calor. prefiero el bus.

Llego a la estación casi siempre con tiempo. Especialmente en horas punta está muy llena y me distraigo viendo a la gente, me encanta verles los ojos tan multicolores, azules, verdes, marrones y raros que son mis favoritos.



A veces me pasa que, como hoy, llego justo a tiempo, el tren partía a las 9:58, hice mi chequeo a las 9:56, se me desataron los pasadores, no le di importancia, seguí corriendo escaleras abajo y veo a la conductora subiendo al tren y pienso que ya me dejó, sigo corriendo y la puerta del tren se cierra, una señora de la edad de mi mamá me dice “ya se va”. Ta ma, pienso. 9:58 el tren ya se fue.

Me siento y pienso que todavía tengo tiempo, aunque quiero llegar a la estación más temprano porque me encanta, es un centro comercial muy grande y aunque no compro (mucho) me divierto mirando escaparates, me siento y tomo un café, invito a mi soledad y disfruto de su compañía.

Casi siempre que estoy en esta estación llevo un detalle a mis hijas, pienso que cuando crezcan un poco más iremos de compras por allí y tomaremos un café juntas.



Por fin me encuentro con mis amigas, confirmo que la vida no tiene freno, luego de abrazamos y besarnos decidimos quedarnos en la estación, nos sentamos en un Starbucks, más cómodo para todas, antes íbamos más lejos y compartíamos el gusto por los bagels. Nos desparramamos en los cómodos sofás todas con algo de más. Astrid con un bebé en brazos, Gabi con una barriga que crece sin piedad y yo con unos kilos de más.



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