Hola a todos y bienvenidos un día más. ¿Qué tal ha ido el fin de semana? El mío bien, ha sido tranquilo así que yo contenta.
Hoy vengo con los mejores momentos que nos dejó marzo, es algo que hago desde hace dos años y si os apetece ver los demás repasos los tenéis en la etiqueta correspondiente, aunque os dejo aquí y aquí marzo de 2015 y 2016, por si os apetece echar un vistazo. Y sin más rollo empezamos.
Marzo es el mes de la primavera, del cambio de hora, de los días más largos, del sol y de los días grises, es el mes de captar los colores, el azul del cielo, el añil brillante del mar, el verde de los prados, matorrales de colores...
Aquí en el norte tuvimos días de verano, de esos en los que sobra la ropa y el mar nos regala sus mejores destellos.
Días en los que pasear por la zona alta y recrearse viendo la antigua fortaleza y los cañones es una opción estupenda.
Pero la ciudad también nos invita a pasear y nos regalas sus árboles más floridos.
Los días de sol se alternaron con días más nublados pero en los que apetece pasear por el campo e imaginarse a unos niños cruzando ese puente hecho con un tronco, como en Un puente hacia Terabithia, aunque con un final más alegre.
Y siempre tenemos a alguien que nos quiere y nos regala cosas. Mi hermana me regaló un colgante de mi libro favorito, ya sabéis que por Mr Darcy muero. Y siiii, ese colgante imita al "Corazón de la mar", de Titanic. Vale, los pendientes se los han inventado los de la tienda pero ya puestos...
Cuando no sabemos donde ir siempre nos queda la playa y su iglesia, ese entorno donde puedo pensar y pensar, y buscar mi ansiada soledad.
Aunque a veces es bueno salir de la ciudad y dejarse caer por las zonas rurales, por las casitas de campo, los prados inmensos, las ovejas pastando y los árboles floridos.
O podemos ir al puerto deportivo y dejar vagar la imaginación al sentir todos esos reflejos que quieren regalarnos las tranquilas aguas.
Algunos días nos fuimos a pueblecitos marineros de esos que aún conservan su encanto, puertos que huelen a grasa, cuerda y sal...tomar un helado allí es un regalo.
Y de nuevo volvieron los días nublados, y de nuevo salimos a pasear entre las flores y los prados, que aunque el sol se esconda siempre apetece respirar aire puro.
En cambio con el sol nos acercamos a uno de esos lugares que huelen a verano, y que en pleno estío colocan un cine de verano que me trae los mejores recuerdos, ainnnnns, qué tiempos.
Y paseamos por rincones llenos de encanto y misterio, con el mar siempre acechando y regalándonos sus mejores brillos.
Y de nuevo volvimos a salir a las afueras, y perdernos por carreteras secundarias, de esas tranquilas donde apenas nos cruzamos con nadie.
Y los jardines de la ciudad se han vestido de primavera, los colores salpican cualquier rincón, y claro, no puede resistirme a inmortalizar estas preciosas violetas.
Podría pasarme horas contemplando las lanchitas que reposan en el puerto...
Y despido el mes con un atardecer que fue muy bueno, fue de los primeros después del cambio de hora y me ha quedado muy buen recuerdo de ese día.
Y hasta aquí mi mes. Os recomiendo este ejercicio de revisión de las cosas buenas, incluso sin publicarlo, pero recordar las cosas buenas es genial. Mi mes tuvo dos momentos bastante duros y pararme a recordar las cosas me ha ayudado a verlo todo mejor. También me ha traído muchas cosas buenas, no puedo quejarme, he tenido un par de cumples familiares geniales, comidas familiares que me gustan y momentos muy buenos, y con eso me quedo.
Mil gracias por leerme y nos vemos el miércoles.
Y vosotros; ¿habéis tenido un buen marzo? ¿Esperáis un buen abril?
Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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