Mi paso por el convento

Mi paso por el convento


No recuerdo, que un domingo faltáramos a misa, mis padres me llevaban temprano a la Iglesia, para escuchar las mismas palabras de arrepentimiento. Desde niña me enseñaron, que si mentía Dios era tan malvado que me castigaría. Sin embargo, ellos lo hacen, mienten y ¿por qué Dios no les castiga?. Eso es algo injusto.

Un día, llegaron los hermanos apartados o como ahora los conocen los evangelistas. Mis padres jamas les habrían la puerta, pero yo me encontraba jugando ahí, por lo que fui a abrirles y cuando preguntaron por mis padres, oí la voz de mi madre llamándome, por lo que pedí que esperaran un momento. Mi madre me dijo si preguntan por tus padres diles que no están. Al instante regrese a la puerta y les respondí mi mamá dice no esta.

Recuerdo a ver visto al padre solo un par de veces, este era un hombre alto, canoso, tenía el rostro pálido y en las manos nunca le faltaba un cigarrillo, que se lo gastaba después de cada misa.

Su sermón duraba 10 minutos y era un hombre muy bueno con los niños y las ancianas. Su estancia fue larga hasta que le buscaron un reemplazo. Desde ese día decidí no volver a escuchar la misa, por que en las demás parroquias el sermón duraba horas.

Después de 2 meses volví a entrar. Note que habían puesto a un nuevo padre a cargo de la parroquia, me ofrecí ser una de las chicas que recogían las limosnas, nunca supe que estas se sacaban el dinero y solo le entregaban al padre una parte de ellas.

Decidí quedarme por un tiempo pero siendo catequista, es genial enseñarles a los niños, que conozcan básicamente a Dios y que lo amen, prácticamente he vuelto a ser lo mismo que hacían mis padres conmigo.

Fuente: este post proviene de Incoherencias de un angel, donde puedes consultar el contenido original.
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