El lector hacendoso I: El pouff de Sonia.



Hola.
Ya con el respetable consciente de mi parón profesional, quiero haceros partícipes de cómo he empleado este tiempo, sin alejarme de mis conocimientos laborales ni del teclado, eso sí, a nivel estrictamente personal.

Han sido varias las consultas que me han hecho por privado respecto a dudas, las que más, de fabricación o de materiales, o de formas y maneras de cómo tapizar casi cualquier cosa. Tampoco he querido dejar desatendida la página de Preguntas al Tapicero, sin conseguirlo a corto plazo, donde me habéis dejado plasmadas públicamente vuestras inquietudes, a todas he contestado aunque algunas con amplio margen en el tiempo, ya perdonaréis según el caso… si habéis vuelto por aquí después de la experiencia y podéis leer esto, claro.

Bueno, el caso que quiero presentaros no guarda orden cronológico alguno pero creo que es un magnífico aporte para romper el hielo en cuanto al tapizado escrito. Han habido más, llamémosles ayudas, que seguiré publicando (previo permiso correspondiente) a lo largo del tiempo… si estáis por la labor ;)

Se llama Sonia y consigo, la encomiable labor de hacerse un pouff capitoneado para una habitación del hogar. Había hecho los deberes por su cuenta y a lo que respondí, ya tenía el trabajo duro de empezar, hecho.






Una vez con el cuerpo engomado, el dibujo de los rombos y sus agujeros hechos, se planteó la tela a emplear, quiero añadir que mostrando un arrojo valeroso a la par que temerario por su parte ya que sin marca alguna, empezó a esbozar un pliegue tras otro.

A partir de este punto, es cuando entro a formar parte de la obra. Una vez que te quedas sin tela o llegas a las esquinas, es cuando empiezas a plantearte que quién te mandaría embarcarte en estas lides… menos Sonia, transmitía ganas de hacer hasta entre líneas y tanto las dudas que planteaba como la forma coloquial de expresarse, dejaban claro que tenía el tema bien estudiado… o que era una profesional encubierta ;)

Pues eso, que si no has tocado el tema en la vida y en estas tesituras, te planteas la existencia humana pero me puse en su lugar y me vinieron a la mente todas esas cosas que siempre me han gustado hacer, sin ser un profesional cualificado en la materia sino un mero artesano, entendiendo como tal a la persona que hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiendo su sello personal.



En un par de escuetos consejos, la intrépida lectora asimiló conceptos a velocidad de vértigo y no sin echarle ratos, supongo, siguió mandándome fotos mostrando su avance y su buen hacer con el tapizado.





Cada vez me quedaba más claro que Sonia sería capaz de levantarle la banqueta a más de un forrapalos o tapicerdo de esos que lacran el buen hacer de los tapiceros profesionales de verdad, y que dan salida a chapuzas sin catalogar… por falta de palabros en el diccionario que no por ganas de bautizarlos, pero esa es otra historia a la que ya le he dedicado más de un rato en estas páginas y a la que, todavía, me quedan alabanzas por repartir.

Apuntillo mencionando el ingenio del padre de la artista que, acertadamente, con unos tiradores de nevera proporcionó unas patas al pouff, dándoles el toque moderno y de buen gusto acorde con la habitación continente.





Para terminar, quiero agradecer a Sonia la confianza depositada en mí a la hora de encomendarse a mis elucubraciones y felicitarle por el trabajo terminado, mis más sinceras enhorabuenas, ha sido un honor haber contribuido, aunque de lejos y sin sudarlo, en tu trabajo ;)

Un saludo, Tapestry.

P.D.: Con permiso de Sonia, quiero dedicar esta entrada a mi amiga Mamen, incansable donde las halla, que fue la primera en estrenar Preguntas al tapicero … un beso desde aquí ;)

Fuente: este post proviene de Sinapsis de un tapicero , donde puedes consultar el contenido original.
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