JIBIA EN SU SALSA DE MELSA
Me lo pidieron una y otra vez: veniros al Palo, a comer un espetito de sardinas. Siempre les contestaba a mis suegros lo mismo: no puedo ir, es superior a mi, me cuesta muchísimo volver.Hacía cerca de 30 años que no lo hacía, que no podía ir a las playas del Palo y mucho menos sentarme en un merendero a comer espetos; sólo de pensar que mis padres están allí enterrados, tan cerca que puedo ver e...